sábado, 10 de enero de 2015

LE CORBUSIER A TRAVÉS DEL TIEMPO. ESTUDIO DE LAS ETAPAS




La grandiosa y amplia obra de Le Corbusier, tanto pictórica como arquitectónica, se divide fácilmente en etapas, muy marcadas por sus vivencias personales:


La primera de las etapas corresponde al espacio temporal de 1907 a 1911, durante el cual Le Corbusier realiza sus primeros viajes como toma de contacto con una arquitectura viva, una arquitectura construida. La segunda etapa comprende desde 1918 hasta 1922, en la cual muestra el afán de control en sus bocetos y la búsqueda de líneas puras. La tercera, muy marcada por el estudio matemático de la organización de las formas y el espacio – se le galardona con el premio Doctor Honoris Causa en filosofía matemática – abarca hasta el año 1933. Y la última y cuarta etapa, caracterizada por el estudio del Modular, que comienza en el año 1943.


Tras sumar un total de cuatro etapas, comúnmente se resumen en tres, con los nombres de:

·         Etapa Purista.
·         Etapa de Transición.
·         Etapa Brutalista.


A pesar de que nuestro propósito de estudio es la tercera y última etapa, El Brutalismo, es interesante hacer, en añadido, un breve pero útil recorrido por las anteriores, con el fin de comprender en mayor medida la evolución de la obra de Le Corbusier:


En los inicios de su carrera, el brillante suizo apuesta por la funcionalidad y la simplicidad. Entre la abrumadora nueva era de la tecnología y el modernismo, Le Corbusier busca “La estética del ingeniero”, es decir, el diseño para la producción. Además, durante este período redacta los llamados “Cinco puntos para una Arquitectura nueva” – Pilotis, Planta Libre, Fachada Libre, Ventana Corrida y Cubierta Ajardinada -, lo cual no hace más que reforzar la idea de una forma pura y similar en todas sus obras.


En la llamada época de transición, Le Corbusier no hace más que prepararse para el que será su “paso innovador”. Abandona la fe en lo beneficioso de la era de la máquina; así es que empieza a experimentar con los materiales, la distribución, etc. También destaca su empeño por el urbanismo, siendo conocidos los planes realizados para Río de Janeiro y Argel.



Llegamos, pues, a la última fase del arquitecto: el Brutalismo. El nombre no hace más que enfatizar la monumentalidad de los proyectos de la etapa, basados en grandes bloques de hormigón: el material estrella. Si bien más que el propio hormigón, se buscaba el juego de texturas. Le Corbusier aprovecha la aspereza del material al sacarlo de los maderos que constituían el molde. Siguiendo, normalmente, con la utilización de las formas geométricas básicas, introduce también un toque plástico, aportando color – amarillo, rojo o azul – a las fachadas. Así, Le Corbusier consigue levantar edificios totalmente emblemáticos que posteriormente servirán de ejemplo a toda la arquitectura emergente del momento. Como ejemplos podemos mencionar la Unité Habitational Marsella o la famosa Iglesia de  Ronchamp, ente otros. Además, por su puesto, de la casa de uso residencial de nuestro estudio, en la que profundizamos a continuación. 

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